Disco USB
Ángel miraba hacia el infinito, con la vista perdida entre los edificios que se alzaban ante su ventana. Parecía estar ausente. Se diría que nada de su entorno le importaba ya. Pero un buen observador no hubiese pasado por alto determinados detalles que revelaban mucho más que pura desidia. Sus ojos se movían rápida, casi imperceptiblemente, hacía la esquina inferior izquierda de la pantalla donde un software le informaba del estado de la transmisión. Este gesto se alternaba con otro más revelador, sus dedos repicaban impacientes a la finalización del envío. Una leve sonrisa, no libre de cierto resentimiento, se escapaba por debajo de su bigote.
De repente algo le asustó. Cogió el teléfono y marcó un número en el sobremesa, al otro lado una voz le atendió.
- Aló!
- Marta, por favor, baja al despacho y mira si hay una caja metálica sobre el escritorio.
- Sí, aquí está.
- Muchas gracias, no toques nada por favor.
Marta volvió a conectar la caja al cable que sostenía entre sus manos mientras Ángel se levantaba con paso seguro hacia el despacho del director.